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http://italy.indymedia.org/news/2002/08/71692.php Nascondi i commenti.

Non venite in Argentina parte 2a tris
by Pischello Tuesday, Aug. 13, 2002 at 7:17 PM mail:

La gente infuriata brucia commisaria....polizia sarebbe implicata in orrenda mutilazione secuestrato morto come cane:turismo europeo:si teme il peggio!!!!

Non venite in Argent...
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Los vecinos, desconsolados, armaron un altar rudimentario frente a la casa de Diego Peralta, y se juntaron a rezar cuatro veces por día. Los padres, todavía con cierta esperanza en pie, colgaron un bandera en una cancha de fútbol para rogar que les devolvieran a su hijo. Poca confianza en una investigación que desde el comienzo quedó rodeada de inquietantes sospechas. Y con esa carga se desarrolló a lo largo de un mes y una semana.Cuando los familiares de Diego decidieron hacer público el caso, ya habían pasado 23 días desde el secuestro. Y ocho desde el pago del rescate. Agobiados por la incertidumbre, eligieron salir a reclamar a la calle antes de seguir acompañando pasivamente el avance de una investigación que cada vez les resultaba menos convincente. Hubo una marcha que marcó un hito: nunca antes se había organizado una protesta pública para pedir que apareciera alguien por quien se había pagado un rescate.Los familiares y amigos de Diego tenían motivos para la decepción y el enojo. Dos semanas después del secuestro, un jefe policial que apareció los primeros días como uno de los coordinadores de la investigación fue preso por un hecho muy grave. El subcomisario José Alberto Hernández, a cargo de la Subdelegación de Investigaciones de Esteban Echeverría, fue acusado con otros policías de "ocupar" durante varias horas la casa de un comerciante de Monte Chingolo para robarle y extorsionarlo.Eso no fue todo. El peso de la investigación recayó entonces sobre la Dirección de Delitos Complejos y Narcocriminalidad de Lomas de Zamora. Una brigada antisecuestros que pocos días después quedó en el centro de las miradas por una noticia difícil de digerir, cercana al colmo: dos de sus hombres fueron detenidos acusados de secuestrar a un joven, hijo de un comerciante de Rafael Calzada.Todo en medio de una fuerte ola de secuestros —según datos oficiales, hubo más de 120 casos en la Capital y la provincia— que empujó la creación de una brigada de elite de la Policía bonaerense. Fue una idea que arrancó mal: el jefe designado, Daniel Rago, fue separado unas horas después de asumir, cuando al ministro Juan Pablo Cafiero le informaron que el comisario aparecía mencionado en algunas escuchas telefónicas de la investigación por el atentado contra la AMIA.Los amigos y vecinos de Diego trataron de no desmoralizarse y se pusieron en campaña. Organizaron un gran pegatina de afiches con la cara del chico y un teléfono para comunicarse con la familia. También fueron a protestar con ruido hasta la puerta de la casa particular del presidente Eduardo Duhalde, en Lomas.Les sirvió, porque forzaron una respuesta oficial. El mismo día los padres de Diego fueron recibidos en la Casa Rosada y lograron un compromiso de apoyo a la investigación. Mientras, los llamados —hubo decenas— conducían a pistas falsas.La primera novedad concreta llegó el 2 de agosto. Ese día, un joven de 21 años, que vive en el mismo barrio que los Peralta, fue detenido sospechado de participar en las negociaciones por el rescate. La madre de Diego dijo que recordaba su voz en el teléfono. Unas declaraciones que hizo la mujer del joven preso le sumaron calor al caso: contó que su marido le había dicho que los secuestradores "eran policías".El padre de Diego pidió licencia en su trabajo para dedicarse de lleno a la búsqueda. Los vecinos acentuaron sus rezos, y, después de las vacaciones, los chicos de la Escuela Privada El Jagüel volvieron a clases sin su compañero. El 4 de agosto el Gobierno de la provincia confirmó que ofrecía una recompensa de 50.000 pesos para quien acercara datos precisos.Cuatro días después hubo un gigantesco operativo en el barrio Don Orione, un complejo de monobloques donde el padre de Diego había hecho una escala antes de pagar el rescate en un puente de Claypole. El golpe escénico no fue acompañado de resultados. Más de 1.800 policías revisaron 1.400 departamentos. Pero no surgió nada de interés, según reconocieron los propios investigadores.Unas horas antes, un movimiento de piezas en la Policía bonaerense arrastró de sus cargos a los jefes de las brigadas que participaron en la investigación del caso Peralta. Ayer, el cuerpo del chico apareció en una tosquera de Ezpeleta y a la noche, al grito de "asesinos", un grupo de jóvenes atacó e incendió la comisaría de El Jagüel.El secuestro de Diego ahora es un homicidio. Otra carátula para la misma investigación, que cargará con su propia historia detrás.INSEGURIDAD: EL PEOR FINAL PARA UN SECUESTRO DE 39 DIAS
Queman una comisaría por el crimen de un chico secuestrado
El cadáver de Diego Peralta fue hallado ayer al mediodía en una tosquera de Ezpeleta. La causa de la muerte habría sido un corte en el cuello. A la noche un grupo de jóvenes apedreó y quemó la comisaría de El Jagüel, el barrio donde vivía el chico.Los 38 días de búsqueda del joven Diego Peralta tuvieron el peor de los finales:ayer fue encontrado su cadáver en una tosquera ubicada a unos 50 metros de una bajada de la autopista Buenos Aires-La Plata,en Ezpeleta.Apenas pasadas las 17.30, el padre y un tío de Diego reconocieron el cuerpo en la morgue judicial de Quilmes.Anoche, los vecinos se juntaron frente a la casa de la familia Peralta en El Jagüel. Poco antes de las nueve, un grupo de unos cien jóvenes incendió la comisaría del barrio. "Justicia, justicia", gritaban. Según se supo luego, allí estaban detenidos unos 25 policías y miembros de otras fuerzas de seguridad. Los más enfurecidos dieron vuelta un auto justo frente a la sede policial y lo prendieron fuego. También sacaron una computadora y la destrozaron.Al principio los jóvenes actuaron sin oposición. Recién unos 20 minutos después desde alguna de las ventanas dispararon balas de goma al aire, como para dispersarlos.Cuando llegaron los bomberos, fueron recibidos a piedrazos y se generalizaron los enfrentamientos en la calle.Más tarde el comisario Claudio Smith dijo que él había dado la orden de no reprimir.Fuentes del Ministerio de Seguridad bonaerense le confirmaron anoche a Clarín que el subcomisario Juan Carlos Intrieri, del destacamento de Ezpeleta, sufrió un paro cardíaco como resultado de la tensión. Esta madrugada se encontraba internado, pero ya fuera de peligro.Más tarde, un grupo apareció con un pasacalle con la leyenda: "Por Diego. Justicia no. Pena de muerte sí". También hubo un saqueo en un negocio de artículos deportivos frente a la estación.Cerca de la medianoche, el ministro de Seguridad bonaerense, Juan Pablo Cafiero, dijo no tener elementos para asociar la reacción de estos grupos con alguna interna policial.El hallazgo del cuerpo fue realizado al mediodía por vecinos del lugar, que avisaron a la Policía. Una dotación de bomberos rescató el cadáver, flotando, boca abajo. Tenía un pantalón gris, un buzo blanco con vivos azules —con la inscripción Egresados 2002— y medias blancas.Fuentes judiciales dijeron a Clarín que el cadáver presentaba un corte en el cuello. "Los forenses creen que el cuerpo llevaba 6 días en la tosquera", estimó la fuente, que estuvo junto al padre de Diego en el momento en que reconoció el cadáver.Una vez que los bomberos llevaron el cuerpo a la morgue judicial, en el cementerio de Ezpeleta, un equipo de peritos forenses, por orden del fiscal Luis Armella, realizó la autopsia del cuerpo. Alrededor de las 17.30, el tío del chico oficializó el espanto: el cadáver era el de Diego. El padre del chico también lo identificó.De inmediato se escuchó en la morgue la versión de que el cadáver estaba "degollado, sin los dientes, con las huellas dactilares quemadas", todas maniobras macabras, dirigidas presumiblemente a despistar a los investigadores. Fuentes policiales calificaron la versión de "apresurada".De todos modos, fuentes allegadas al caso indicaron que el cadáver presentaba un "corte profundo en el cuello" y "la mandíbula fracturada".Por la tarde, las noticias convocaron a muchos vecinos frente a la casa de los Peralta. Algunos, furiosos, clamaban justicia. El llanto y el dolor impedían, en cambio, que otros rompieran su silencio. Afuera de la casa podía verse el santuario levantado días después de la desaparición de Diego. Atrás habían quedado las vanas plegarias hechas, rogando por otro final.El momento más duro se vivió cuando el padre de Diego Peralta llegó a su casa para confirmarle la noticia a su esposa.Diego, de 17 años, cursaba el tercer año del polimodal en la Escuela Privada El Jagüel. Casi todos los días iba al colegio en bicicleta. El viernes 5 de julio llovía. Se decidió entonces que fuera en remís al colegio. A las 7.30 salió de su casa. A unas pocas cuadras de allí, un Volkswagen Senda rojo se le cruzó al remís. Bajaron tres hombres vestidos de azul. Gritaron "alto, policía". El remisero fue golpeado en la cabeza y le preguntaron al chico si era Diego. Así fue como se lo llevaron.Esto les contó después el remisero a los Peralta. Inmediatamente se comunicaron con la Policía. Ese mismo día se produjo el primer llamado de los secuestradores: Emilse, la mamá de Diego, confirmó luego que les pidieron 200.000 dólares.La suma era un imposible para los Peralta, quienes viven de los ingresos de una pequeña distribuidora de gaseosas y cerveza y del salario del padre por su tarea en una planta procesadora de pollos.A ese llamado le siguieron otros, cada dos días, siempre de noche y sin dar ninguna señal de vida del chico. Tras varias conversaciones, su padre logró que los secuestradores aceptaran 9.000 pesos y 2.000 dólares reunidos entre familiares y amigos. El sábado 20 de julio se entregó el dinero. Los secuestradores pasearon al padre de Diego por una rotonda de Burzaco y el barrio Don Orione, en Claypole, hasta un sitio junto a las vías del ex Roca, para ordenarle que arrojara el dinero contra un paredón. Pero Diego no apareció.Durante más de un mes, la investigación del caso se desarrolló sin mayores novedades. La expectativa despertada por la desaparición de Diego hizo que el caso llegara hasta la Presidencia de la Nación y la Gobernación bonaerense, que ofreció $ 50.000 de recompensa para quien brindara información. Las pesquisas arrojaron sólo un detenido: José Pablo García, un joven vecino de los Peralta, fue acusado de haber realizado varias de las llamadas telefónicas pidiendo el dinero del rescate.
En la ciudad de Buenos Aires
En las villas vive el doble de gente que hace 10 años
En 1992 eran 50.000
Hoy son más de 110. 000
Son tantos como la población de Bariloche
Ocupan más espacio que Mónaco y el Vaticano juntos
El gobierno porteño comenzó a urbanizarlas
Aunque aseguran que desde los desbordes del 20 de diciembre la cantidad no aumentó, la población de las villas porteñas no deja de preocupar.
Según la Comisión Municipal de la Vivienda (CMV), en las 15 villas y los tres núcleos habitacionales transitorios (urbanizaciones menos precarias que las villas, pero con carencias similares) de la ciudad hay 110.387 habitantes.
Representan casi el 4% de la población porteña. Son más del doble comparado con la situación que se vivía hace 10 años, cuando había 50.000. Y se teme que sigan creciendo.
Ubicadas mayoritariamente en la región sur de la ciudad de Buenos Aires, las villas miseria ocupan 274 hectáreas. Más que Mónaco y el Vatica-no juntos. La política respecto de ellas es urbanizarlas. Así sucedió con la administración porteña de Fernando de la Rúa y así continuó con la actual gestión de Aníbal Ibarra. Resulta, además, la propuesta de los candidatos a jefe de Gobierno mejor ubicados en las encuestas(Mauricio Macri,Daniel Scioli y Gustavo Beliz,por ejemplo).Urbanizarlas significa integrarlas al tejido urbano,abrirles calles,construir viviendas.
La última semana, la administración Ibarra entregó 64 departamentos en la Villa 1-11-14, del Bajo Flores (frente a la cancha de San Lorenzo). El objetivo apunta a que allí, donde viven 21.799 personas (es la más poblada de la Ciudad), no quede ni una casilla."Hubo una decisión fuerte de relanzar los planes de construcción de vivienda en las villas. Pero es un tema complejo, porque requiere un trazado urbanístico integrado, que no convierta a los barrios en ghettos , y también necesita espacio, porque para construir y abrir calles es necesario relocalizar a la gente. Este, junto con las carencias presupuestarias, es uno de los mayores problemas que encontramos", explicó Ernesto Selzer, titular de la CMV, entidad que cuenta con 17.365.907 pesos para realizar las obras.Selzer repitió que la falta de espacios libres para la relocalización resulta uno de los motivos que demoran la promesa de convertir a las villas en barrios."La solución excede a un gobierno. A pesar de las urgencias políticas, tenemos que entender que se trata de un proceso demasiado largo", analizó.
En dos años, ni una villa
El comentario sobre las "urgencias políticas" no resultó casual: sucede que la legislación local le impone al gobierno una fecha tope para que en la Ciudad no quede ni una villa miseria.La ley 148, sancionada el 30 de diciembre de 1998, otorga un plazo de hasta cinco años para urbanizar los asentamientos precarios. Por lo tanto, de aquí a fines del año próximo la CMV debería construir "entre 30.000 y 40.000 viviendas", según calculó Selzer. Dicho de otra manera: en dos años la CMV debería levantar casi la misma cantidad de departamentos que en toda su historia (47.000, desde 1968)."El tiempo, obviamente, no nos favorece. Además, acá existe un problema evidente por la debacle económica. Sin dinero se complica todo. Pero aún con presupuesto, el proceso es más difícil de lo pensado, porque no hay tierras para relocalizar a los habitantes de los asentamientos",contó el titular de la CMV.Selzer aseguró que en 13 de las 15 villas la Ciudad tiene planes de urbanización ya comenzados o en proceso de arranque. "Las únicas en las que no podemos construir son la 31 y la 31 bis, ubicadas en la zona de Retiro, porque se encuentran sobre terrenos que no son de la Ciudad, sino del Organo Nacional de Administración de Bienes (Onabe), que es el que maneja los terrenos del ferrocarril", comentó el funcionario.
"Que no crezcan más"
Mientras comienzan los procesos de urbanización, uno de los temores es que la cantidad de habitantes de las villas aumente proporcionalmente con la crisis. "Necesitamos que no crezcan más. Lo hablamos con los delegados de los barrios, incluso. Ellos deben ayudar a que no se asiente nadie más que los que ya están censados", reveló Selzer.
Al respecto, "en lo que va del año la población de las villas se mantiene estable", aseguró Mónica Desperbasques, coordinadora del Plan Social Integral porteño.
La funcionaria de Desarrollo Social explicó que llegó a esa conclusión debido a que "la prestación alimentaria y la demanda en los asentamientos no creció".
De cualquier manera, más de 110.000 personas ya es una cantidad considerable. Es como toda la población de Bariloche. O la de Tandil. O la del Municipio de la Costa sumado con Mercedes. O cinco veces y media la de Pinamar.
Y los temores resultan lógicos: en 1992 había "sólo" 50.000 personas en las villas.Y no existía la 31 bis, por ejemplo. Desde entonces,el crecimiento jamás se detuvo.El problema de la vivienda es claro. Y se agudiza porque año tras año la cantidad de habitantes aumenta. Ante eso, la salida que encuentra buena parte del espectro político es uniforme: la urbanización parece ser la solución elegida.
Por José Ignacio Lladós
De la Redacción de LA NACION
Exigen $ 500.000 de rescate por la mujer de un empresario
Ocurrió en San Juan; ofrecieron $ 50.000 de recompensa
SAN JUAN.- Se supo en las últimas horas que anteanoche, desde Buenos Aires, los secuestradores de María del Carmen López Barceló hicieron una llamada en la que le exigían al esposo de la víctima, el empresario Eduardo Barceló, unos 500.000 pesos de rescate. A su vez, el hombre ofreció 50.000 pesos a quien proporcione datos fehacientes de su mujer.A tres días del secuestro de la esposa de Barceló,en un descampado de Caucete,a 30 kilómetros al este de esta ciudad,apareció quemada una camioneta Toyota,con chapa vieja de Córdoba,supuestamente utilizada a las 7.45 del viernes último,cuando la mujer fue secuestrada de su domicilio,situado en la esquina de Mendoza y República del Líbano,en el barrio Escobar,en el departamento Rawson.En aquella ocasión,varios vecinos habrían visto partir raudamente a la señora, en su automóvil VW Gol negro, que apareció dos horas después en un descampado del citado departamento.Una llamada anterior, la primera, también fue efectuada desde la ciudad de Buenos Aires, para informar que la mujer estaba viva y que volverían a llamar.El empresario, dueño de una flota de camiones y dos estaciones de servicio, admitió que hizo negociaciones y hasta habría aceptado pagar 300.000 pesos, pero no le convenció la prueba de vida que pidió, puesto que hicieron hablar a una mujer y cree que no es ella. Es decir que sería una impostora, pues la policía estima que la mujer no salió de la provincia."Puede ser una grabación",dijo.Fuentes oficiales señalan que estas negociaciones son similares a las del secuestro efectuado en Córdoba el 24 de julio último, con el financista cordobés Jorge Gozzo, para liberar a su hijo, Alfredo, de 14 años. Podría tratarse de la misma banda. Otra coincidencia es que los delincuentes no utilizan teléfonos celulares, sino que hablan desde cabinas de teléfonos públicos y van rotando de lugar. Así evitan las intervenciones y localizaciones.El viernes último, poco antes de las 8, los delincuentes llegaron a la casa de Barceló para simular un asalto, pero se llevaron a María del Carmen, de 44 años, madre de dos hijos: Paola, casada, de 22 años, y Federico, de 10. La condujeron en su propio automóvil, un VW Gol, que apareció dos horas después y tenía en su interior una campera y una pulsera de la mujer y siguieron en una camioneta, color bordó, que era buscada intensamente y que ayer apareció calcinada en Caucete.Ya se confeccionaron dos identikits, con los datos aportados por la empleada de los Barceló, Romina, quien en el momento del hecho llegaba a la casa de María del Carmen y recordó a uno de los delincuentes.
Queman una comisaría por el crimen de Peralta
Los vecinos están indignados con la actuación policial
El cadáver de Diego Peralta, el joven de 17 años secuestrado el 5 de julio último y por quien sus padres pagaron un rescate de 9000 pesos y 2000 dólares, apareció ayer semisumergido en una tosquera situada junto a la autopista Buenos Aires-La Plata, en Ezpeleta, partido de Quilmes. La difusión del hallazgo del cuerpo derivó anoche en el incendio de la comisaría del barrio El Jagüel, partido de Esteban Echeverría,por parte de vecinos de la víctima indignados con la actuación policial en el hecho. El cadáver, que mostraba heridas cortantes en el cuello, fue encontrado por vecinos que advirtieron a los bomberos voluntarios sobre la presencia de “un ahogado”.Con el correr de las horas, la policía comenzó a sospechar que podía tratarse de Peralta. Su padre, Luis, y un tío confirmaron la hipótesis: los hombres identificaron el cuerpo y la ropa que llevaba puesta el joven al ser secuestrado.
Apareció muerto el joven secuestrado
El cadáver de Diego Peralta, el joven de 17 años secuestrado el 5 de julio último, apareció ayer al mediodía semisumergido en una tosquera de Ezpeleta, en el partido de Quilmes. Según informaron fuentes policiales de la Jefatura Departamental de ese distrito bonaerense, el cuerpo presentaba cortes en el cuello, aunque no pudieron confirmar si estas heridas habían causado la muerte del muchacho o no.Más precisiones, como la existencia de otras lesiones y el motivo del deceso, surgirán cuando los peritos forenses realicen la autopsia. Al cierre de esta edición, los investigadores todavía no habían establecido si la práctica sería efectuada por profesionales de la morgue de Ezpeleta -adonde trasladaron los restos de Peralta- o del Poder Judicial de la Nación.Así lo explicó a LA NACION el titular de la Departamental de Quilmes, comisario mayor Rodolfo Coronel.El cadáver y la ropa del adolescente fueron reconocidos por su padre, Luis Peralta, y por uno de sus tíos, que abandonaron la morgue de Ezpeleta -instalada dentro del cementerio de esa ciudad- sin efectuar declaración alguna. El mismo hermetismo mantuvo toda la familia, sumida en un profundo dolor tras el hallazgo, que se refugió en su casa de El Jagüel, partido de Esteban Echeverría.Allí se congregaron -desde que cayó la noche- unos 500 vecinos para solidarizarse con los Peralta, reclamar más seguridad para el barrio y criticar la actuación de la policía en el caso. El malestar condujo a la gente a apedrear la comisaría de El Jagüel e incendiar un auto en las inmediaciones de la seccional (ver página 13)."Vamos a pedir justicia por Diego y por su familia. La policía nos abandonó en esta investigación. Ni siquiera nos atendieron como correspondía. Todo el barrio se va a movilizar, porque ninguno de nosotros está libre de que le pase lo mismo", incentivaba Mabel, que prefirió no dar su apellido, en la puerta de la vivienda situada en Cabildo 371, antes de iniciar la marcha rumbo al destacamento policial, situado a diez cuadras.
En shock
"Están destruidos. El padre reconoció el cuerpo y regresó a darles la noticia a su esposa y su otra hija. Están todos shockeados, muy mal. Se quedaron arriba (por la planta alta de la casa) y no van a hablar", confió un amigo de los Peralta, que había acompañado a la madre del muchacho, Emilse, mientras esperaban el resultado del reconocimiento de los restos.Diego había sido secuestrado a las 7.30 del viernes 5 de julio en la calle El Ceibo, entre Gutiérrez y Uraldi, de El Jagüel. Acababa de dejar su hogar a bordo de un remise Peugeot 504 gris, conducido por Fermín Amarilla.
Entonces, tres hombres armados y vestidos de azul le cortaron el paso al vehículo con un Volkswagen Senda rojo, golpearon al remisero y se llevaron al joven. Treinta minutos después, los secuestradores llamaron al padre y le exigieron 200.000 dólares a cambio de la libertad de su hijo.Luego de dos semanas de negociaciones, los delincuentes aceptaron el pago de 9000 pesos y 2000 dólares, concretado el sábado 20 de julio en la localidad de Claypole, partido de Almirante Brown. Los secuestradores acordaron liberar a Diego en las inmediaciones de la cárcel de mujeres de La Plata. Pero nunca lo hicieron.Desde entonces hasta ayer, todo fue misterio. Entre marchas en reclamo de justicia y acusaciones contra la policía por su supuesta participación en el hecho, los Peralta trascurrieron un mes y medio de zozobra. Pero los sostuvo la esperanza de encontrar con vida al muchacho, una esperanza que empezó a sucumbir ayer al mediodía con el hallazgo del cuerpo de un joven en una tosquera de Ezpeleta, situada junto a la autopista Buenos Aires-La Plata."No es mi hermano. Nada que ver. Van a matar a toda la familia con esas versiones", respondió Romina, hermana de Diego, cuando LA NACION la consultó a las 15.45.Dos horas después, según los voceros de la Departamental de Quilmes, su padre y su tío identificaron tanto el cadáver como la ropa que vestía. "Un pantalón azul del colegio y una remera blanca con una franja azul y el número 10 en la espalda", indicaron las fuentes.El cadáver había sido rescatado de la tosquera por los bomberos voluntarios de Quilmes, advertidos de la presencia de un "ahogado" por vecinos del barrio 9 de Julio. Dos de ellos, Juan Carlos Affatato y Gustavo Ríos, relataron a LA NACION que "el cuerpo estaba muy, muy hinchado, semisumergido boca abajo, con las manos al costado del cuerpo y sin zapatillas".
En busca de indicios
Luego de retirar los restos, buzos tácticos del destacamento de bomberos rastrillaron las aguas "en busca de objetos que pudieran dar indicios" sobre los posibles motivos de la muerte y sobre las circunstancias en que el cadáver había llegado hasta allí, informó el segundo jefe de la comisaría de Ezpeleta, el subcomisario Abel Milano. "Todo será remitido al fiscal del caso, Luis Armella", agregó.Aunque algunas versiones señalaban que a Peralta le faltaban los dientes y las yemas de los dedos, fuentes de la investigación negaron la existencia de heridas semejantes. "A simple vista nada más se observaban cortes en el cuello, pero sólo la autopsia dirá si provocaron la muerte del joven. No sabemos si bajo la ropa aparecerán otras lesiones", dijo un alto jefe policial.
El reconocimiento del cuerpo puso así un triste fin a la incógnita de los Peralta respecto del paradero de su hijo. Anoche, pese al hallazgo, permanecían intactos en el portón de la casa familiar los carteles que vecinos y allegados habían colgado para exhortar a los secuestradores a devolver a Diego. Luego, el reclamo quedó transformado en furia durante el ataque a la comisaría de El Jagüel.El ministro de Seguridad bonaerense, Juan Pablo Cafiero, admitió anoche que los incidentes se debieron a "la interpretación de los vecinos" sobre la posible participación de la policía de la provincia en el hecho. Y advirtió: "Estamos abiertos a cualquier hipótesis".
Angeles Castro
<< Comienzo de la notaEl cadáver de Diego Peralta, el joven de 17 años secuestrado el 5 de julio último y por quien sus padres pagaron un rescate de 9000 pesos y 2000 dólares, apareció ayer semisumergido en una tosquera situada junto a la autopista Buenos Aires-La Plata, en Ezpeleta, partido de Quilmes.La difusión del hallazgo del cuerpo derivó anoche en el incendio de la comisaría del barrio El Jagüel, partido de Esteban Echeverría, por parte de vecinos de la víctima indignados con la actuación policial en el hecho. El cadáver, que mostraba heridas cortantes en el cuello, fue encontrado por vecinos que advirtieron a los bomberos voluntarios sobre la presencia de “un ahogado”.Con el correr de las horas, la policía comenzó a sospechar que podía tratarse de Peralta. Su padre, Luis, y un tío confirmaron la hipótesis: los hombres identificaron el cuerpo y la ropa que llevaba puesta el joven al ser secuestrado.
Apareció muerto el joven secuestrado
El cadáver de Diego Peralta, el joven de 17 años secuestrado el 5 de julio último, apareció ayer al mediodía semisumergido en una tosquera de Ezpeleta, en el partido de Quilmes. Según informaron fuentes policiales de la Jefatura Departamental de ese distrito bonaerense, el cuerpo presentaba cortes en el cuello, aunque no pudieron confirmar si estas heridas habían causado la muerte del muchacho o no.Más precisiones, como la existencia de otras lesiones y el motivo del deceso, surgirán cuando los peritos forenses realicen la autopsia. Al cierre de esta edición, los investigadores todavía no habían establecido si la práctica sería efectuada por profesionales de la morgue de Ezpeleta -adonde trasladaron los restos de Peralta- o del Poder Judicial de la Nación.Así lo explicó a LA NACION el titular de la Departamental de Quilmes, comisario mayor Rodolfo Coronel.El cadáver y la ropa del adolescente fueron reconocidos por su padre, Luis Peralta, y por uno de sus tíos, que abandonaron la morgue de Ezpeleta -instalada dentro del cementerio de esa ciudad- sin efectuar declaración alguna. El mismo hermetismo mantuvo toda la familia, sumida en un profundo dolor tras el hallazgo, que se refugió en su casa de El Jagüel, partido de Esteban Echeverría.Allí se congregaron -desde que cayó la noche- unos 500 vecinos para solidarizarse con los Peralta, reclamar más seguridad para el barrio y criticar la actuación de la policía en el caso. El malestar condujo a la gente a apedrear la comisaría de El Jagüel e incendiar un auto en las inmediaciones de la seccional (ver página 13)."Vamos a pedir justicia por Diego y por su familia. La policía nos abandonó en esta investigación. Ni siquiera nos atendieron como correspondía. Todo el barrio se va a movilizar, porque ninguno de nosotros está libre de que le pase lo mismo", incentivaba Mabel, que prefirió no dar su apellido, en la puerta de la vivienda situada en Cabildo 371, antes de iniciar la marcha rumbo al destacamento policial, situado a diez cuadras.
En shock
"Están destruidos. El padre reconoció el cuerpo y regresó a darles la noticia a su esposa y su otra hija. Están todos shockeados, muy mal. Se quedaron arriba (por la planta alta de la casa) y no van a hablar", confió un amigo de los Peralta, que había acompañado a la madre del muchacho, Emilse, mientras esperaban el resultado del reconocimiento de los restos.Diego había sido secuestrado a las 7.30 del viernes 5 de julio en la calle El Ceibo, entre Gutiérrez y Uraldi, de El Jagüel. Acababa de dejar su hogar a bordo de un remise Peugeot 504 gris, conducido por Fermín Amarilla.
Entonces, tres hombres armados y vestidos de azul le cortaron el paso al vehículo con un Volkswagen Senda rojo, golpearon al remisero y se llevaron al joven. Treinta minutos después, los secuestradores llamaron al padre y le exigieron 200.000 dólares a cambio de la libertad de su hijo.Luego de dos semanas de negociaciones, los delincuentes aceptaron el pago de 9000 pesos y 2000 dólares, concretado el sábado 20 de julio en la localidad de Claypole, partido de Almirante Brown. Los secuestradores acordaron liberar a Diego en las inmediaciones de la cárcel de mujeres de La Plata. Pero nunca lo hicieron.Desde entonces hasta ayer, todo fue misterio. Entre marchas en reclamo de justicia y acusaciones contra la policía por su supuesta participación en el hecho, los Peralta trascurrieron un mes y medio de zozobra. Pero los sostuvo la esperanza de encontrar con vida al muchacho, una esperanza que empezó a sucumbir ayer al mediodía con el hallazgo del cuerpo de un joven en una tosquera de Ezpeleta, situada junto a la autopista Buenos Aires-La Plata."No es mi hermano. Nada que ver. Van a matar a toda la familia con esas versiones", respondió Romina, hermana de Diego, cuando LA NACION la consultó a las 15.45.Dos horas después, según los voceros de la Departamental de Quilmes, su padre y su tío identificaron tanto el cadáver como la ropa que vestía. "Un pantalón azul del colegio y una remera blanca con una franja azul y el número 10 en la espalda", indicaron las fuentes.El cadáver había sido rescatado de la tosquera por los bomberos voluntarios de Quilmes, advertidos de la presencia de un "ahogado" por vecinos del barrio 9 de Julio. Dos de ellos, Juan Carlos Affatato y Gustavo Ríos, relataron a LA NACION que "el cuerpo estaba muy, muy hinchado, semisumergido boca abajo, con las manos al costado del cuerpo y sin zapatillas".
En busca de indicios
Luego de retirar los restos, buzos tácticos del destacamento de bomberos rastrillaron las aguas "en busca de objetos que pudieran dar indicios" sobre los posibles motivos de la muerte y sobre las circunstancias en que el cadáver había llegado hasta allí, informó el segundo jefe de la comisaría de Ezpeleta, el subcomisario Abel Milano. "Todo será remitido al fiscal del caso, Luis Armella", agregó.Aunque algunas versiones señalaban que a Peralta le faltaban los dientes y las yemas de los dedos, fuentes de la investigación negaron la existencia de heridas semejantes. "A simple vista nada más se observaban cortes en el cuello, pero sólo la autopsia dirá si provocaron la muerte del joven. No sabemos si bajo la ropa aparecerán otras lesiones", dijo un alto jefe policial.
Hubo otros casos que terminaron con el homicidio de las víctimas.En lo que va del año, seis hechos con desenlaces mortales.En tres crímenes, la policía aún no está segura de que se haya tratado de secuestros
En el caso de Juan Manuel Canillas, los padres también habían pagado el rescate pedido
En un año en que los secuestros exprés crecieron hasta el punto de convertirse en el delito que más preocupa a las autoridades, la aparición ayer del cuerpo sin vida de Diego Peralta suma una víctima más a la lista de hechos de estas características que terminaron mal.Uno de los casos más impactantes fue el de Juan Manuel Canillas, de 23 años, quien fue asesinado a pesar de que los padres pagaron el rescate que los delincuentes exigían, tal como ocurrió con Peralta.En la noche del 12 de julio último, Juan Manuel volvía de trabajar del comercio que la familia tiene en el barrio porteño de Balvanera, cuando su auto Honda Civic fue interceptado por tres delincuentes que lo obligaron a comunicarse telefónicamente con los padres para pedirles que pagaran un rescate de 1000 pesos.A pesar de que sus padres cumplieron con lo pactado, Juan Manuel fue asesinado de un balazo en la cabeza y su cuerpo abandonado en Vicente López, a 10 cuadras de su casa de Saavedra.Sólo unos pocos días antes, el 7 de julio, había aparecido en las afueras de Montevideo el cadáver carbonizado de Mirham Mamprelian. El empresario -dedicado al comercio de alfombras persas- había viajado al país vecino durante el fin de semana por cuestiones de negocios, cuando fue secuestrado y asesinado. La policía detuvo a un par de sospechosos que luego fueron liberados.El caso más reciente fue el de Carlos Ismael Matilia, de 65 años, quien fue secuestrado en el barrio porteño de Liniers 15 días atrás. Su cuerpo apareció hace 10 días en el fondo del río Matanza, en la localidad de Cañuelas, al sur del conurbano bonaerense.La policía confirmó ayer que el viernes último un hombre de 55 años, identificado como Juan Carlos Girini, fue detenido sospechado de ser uno de los autores del secuestro y posterior asesinato de Matilia. Ahora, los investigadores continúan trabajando con el fin de dar con otros dos hombres sospechados de haber participado del crimen.Casos que despiertan dudas.El abogado Marcelo Horacio Penna, el prestamista Adolfo Rodrigo y el empresario Luis Macchi fueron asesinados entre mayo y julio de este año. Los tres estuvieron desaparecidos durante días u horas. Sin embargo, la policía y los investigadores dudaron al momento de calificar sus muertes como consecuencias de secuestros.El cuerpo de Macchi fue encontrado el 14 de julio último a un costado de la ruta provincial 29, entre Coronel Brandsen y Ranchos, con un tiro en la sien. El abogado Penna estuvo desaparecido durante 48 horas, y finalmente su cadáver fue encontrado el 11 de ese mismo mes esposado a un árbol con un balazo en la espalda en el parque Pereyra Iraola. Meses antes, el 16 de mayo, el cuerpo sin vida de Rodrigo había aparecido dentro de su auto, a la vera de la ruta 4, en el partido de Lomas de Zamora.
.<< Comienzo de la notaEn un año en que los secuestros exprés crecieron hasta el punto de convertirse en el delito que más preocupa a las autoridades, la aparición ayer del cuerpo sin vida de Diego Peralta suma una víctima más a la lista de hechos de estas características que terminaron mal.Uno de los casos más impactantes fue el de Juan Manuel Canillas, de 23 años, quien fue asesinado a pesar de que los padres pagaron el rescate que los delincuentes exigían, tal como ocurrió con Peralta.En la noche del 12 de julio último, Juan Manuel volvía de trabajar del comercio que la familia tiene en el barrio porteño de Balvanera, cuando su auto Honda Civic fue interceptado por tres delincuentes que lo obligaron a comunicarse telefónicamente con los padres para pedirles que pagaran un rescate de 1000 pesos.A pesar de que sus padres cumplieron con lo pactado, Juan Manuel fue asesinado de un balazo en la cabeza y su cuerpo abandonado en Vicente López, a 10 cuadras de su casa de Saavedra.Sólo unos pocos días antes, el 7 de julio, había aparecido en las afueras de Montevideo el cadáver carbonizado de Mirham Mamprelian. El empresario -dedicado al comercio de alfombras persas- había viajado al país vecino durante el fin de semana por cuestiones de negocios, cuando fue secuestrado y asesinado. La policía detuvo a un par de sospechosos que luego fueron liberados.El caso más reciente fue el de Carlos Ismael Matilia, de 65 años, quien fue secuestrado en el barrio porteño de Liniers 15 días atrás. Su cuerpo apareció hace 10 días en el fondo del río Matanza, en la localidad de Cañuelas, al sur del conurbano bonaerense.
La policía confirmó ayer que el viernes último un hombre de 55 años, identificado como Juan Carlos Girini, fue detenido sospechado de ser uno de los autores del secuestro y posterior asesinato de Matilia. Ahora, los investigadores continúan trabajando con el fin de dar con otros dos hombres sospechados de haber participado del crimen.
Casos que despiertan dudas
El abogado Marcelo Horacio Penna, el prestamista Adolfo Rodrigo y el empresario Luis Macchi fueron asesinados entre mayo y julio de este año. Los tres estuvieron desaparecidos durante días u horas. Sin embargo, la policía y los investigadores dudaron al momento de calificar sus muertes como consecuencias de secuestros.El cuerpo de Macchi fue encontrado el 14 de julio último a un costado de la ruta provincial 29, entre Coronel Brandsen y Ranchos, con un tiro en la sien. El abogado Penna estuvo desaparecido durante 48 horas, y finalmente su cadáver fue encontrado el 11 de ese mismo mes esposado a un árbol con un balazo en la espalda en el parque Pereyra Iraola. Meses antes, el 16 de mayo, el cuerpo sin vida de Rodrigo había aparecido dentro de su auto, a la vera de la ruta 4, en el partido de Lomas de Zamora.

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